lunes, 30 de noviembre de 2009

Día 8 - Escape de la RCV parte II

Me levanté en la madrugada, antes que el sol comenzara a asomarse. Los guardias a esta hora no son más de tres, y todo el mundo duerme.
La idea era crear caos. Liberaría a los secuestrados y escaparía entre ellos. El ruido despertaría al resto de la gente, se enterarían de lo que sucede con estas personas, estallaría el caos.
Mientras Jiménez y su gente intenta controlar el problema, yo escaparía en un camión con Claudia, atravesando las rejas de seguridad que llevan a la "boca del lobo", hacia mi libertad.

Sólo había un vigía cerca del container donde se encontraban los secuestrados. Estaba sobre una torre de grua. Subí la torre con sigilo, lo sorprendí por la espalda y lo asfixié hasta hacer que se desmayara. Tenía un montón de llaves.
Bajé la grua y me dirigí al container, estuve mucho tiempo tratando de encontrar la llave que le hiciera al candado. Tensos, eternos minutos.
Logré abrirlo. Abrí con cuidado la puerta, tanteando en la oscuridad en busca de una luz instalada en el container. La encontré... los niños estaban arrinconados en una esquina, cual ganado, dándose calor. El olor era asqueroso, el aspecto de los niños era terrible.
Me acerqué, se asustaron, y les dije que los liberaría. Comencé a desatarlos, aquellos que estaban libres ayudaban a desatar al resto, por lo que la tarea fue rápida.
Entre todos los niños había un adulto, con su boca tapada con cinta adhesiva. Al sacarlo me agradeció en nombre de todos, su nombre era Gustavo, y para mi sorpresa había sido uno de los soldados de la resistencia.
Me contó que cuando comenzaron a faenar a humanos, el se negó y amenazó con contarle al resto de la gente sobre esta medida. Jiménez ordenó que lo encerraran.
Me ofreció su ayuda para poder escapar, si podía acompañarme. Acepté.
Les relaté la idea de hacer un desorden para alertar al resto de los civiles, la idea era correr cantando, ridículo, pero iba a facilitar que no confundieran a los niños con infectados. Salimos del container y comenzamos a correr.

La improvisada medida, resultó en que los niños cantaban cosas diferentes, y sin mucha afinación, todo un espectáculo.
La gente comenzó a salir de sus refugios y se percataron de lo que sucedía. Para mi sorpresa muchos de los niños, tenían a sus madres dentro del refugio. De alguna manera los habían separado, sin que se dieran cuenta.
El caos se convirtió en gritos de alegría, por encontrar a un ser querido perdido.

En unos minutos Jiménez se presentó con su comandante, detrás de ellos el resto de los soldados, con sus armas apuntándonos. Gustavo y yo lo encaramos.
Dijimos frente a todo el mundo las atrocidades que estaban cometiendo. Entre la gente se escuchaban gritos y llantos desgarradores.
Los soldados se miraban entre ellos nerviosos, el comandante fijaba su mirada de rabia hacia mí. Jiménez tenía una cara inexpresiva, pero estaba pálido.
Los llantos de la gente se transformaron en gritos de furia, y comenzaron a avalanzarse contra los soldados.
El comandante estaba atrapado entre el tumulto de gente. Jiménez se escabulló entre los soldados, con intención de escapar.
Con Gustavo lo empezamos a seguir, dejando el tumulto atrás. Pronto entre los gritos empezaron a escucharse disparos, comenzó una matanza. Debíamos concluir el plan pronto.

Encontramos a Jiménez llevándose a punta de arma a Claudia, ella llevaba en su mano un bolso. Subieron a un camión. Corrí detrás de ellos, mientras que Gustavo llegó en una motocicleta, subí detrás y comenzamos a perseguirlos.
El camión salió de la aduana, arrasando con todo infectado que se le cruzara, abriéndonos camino para seguirlo.
Gustavo mostraba manejo en la motocicleta, ya que era muy hábil esquivando los cuerpos de los infectados que podían causar un accidente.

Gustavo acercó lo suficiente la motocicleta para que pudiera subirme al camión por la parte de atrás. Escalé al techo mientras Gustavo retrocedía. Me acerqué a la cabina y patié el vidrio del piloto con fuerza alcanzando con mi patada el rostro de Jiménez.
Entre el estallido del vidrio, los gritos de Claudia, los gritos de los infectados y la pérdida de control del camión.
Chocamos contra una muralla de un edificio. Salí disparado contra la muralla y caí en el suelo, desorientado.
El gruñido de un infectado me hizo darme cuenta de que debía levantarme antes que todo se fuera al carajo.

Me levanté y vi a Jiménez defendiéndose de los infectados con su arma. Aún en la cabina, estaba Claudia, inconciente, su frente sangraba. Abrí la cabina, Jiménez ni siquiera me notaba.
La saqué cargándola al hombro, y comencé a correr. A dos cuadras del lugar encontré a Gustavo. No podiamos ir los tres en la motocicleta.
Se bajó, recogió un fierro y vino corriendo hacia mi. Me agaché y lanzó el fierrazo. Detrás mio había un infectado a punto de morder a Claudia, y él lo derribó. Más infectados se acercaban corriendo al percatarse de nosotros.
Gustavo me dijo que llevara a Claudia a un lugar seguro en la motocicleta. Le dije que nos encontraramos en La Sebastiana, y que se cuidara. Asentió con su cabeza.

Tomé la motocicleta, aún en marcha, subí a Claudia, y nos marchamos de ese infierno.

No se que habrá sido de Jiménez. Espero que haya sido devorado... Gustavo no ha aparecido aún, espero que esté con vida, sano y salvo. Le debo la vida.

Hoy estoy en La Sebastiana, una de las casas de Pablo Neruda, que fue un museo. Hoy es un excelente refugio. Paredes de concreto altas. Reja sólida en su entrada. Además está en la altura del cerro, y su vista da al mar y a sectores más bajos del cerro.
Claudia recuperó la conciencia, pero perdió mucha sangre. Por lo que está acostada descanzando.
Hoy no estoy sólo. Recuperé a mi novia. Tengo una razón para sobrevivir a esta pesadilla.

3 comentarios:

  1. wena toroo... mas accion y no tanto amor jaja pa la proxima.

    saludos

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  2. wwooww !! me lei todo en rato de la tarde, esta genial, la verdad logras hacer que el lector se meta en la historia, talento secreto de todas maneras, felicitaciones por la historia muy buena..
    me quede con las ganas de mas, estare esperando ansioso cada nuevo pedazo de historia..
    saludos!

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