lunes, 16 de noviembre de 2009

Día 7 - Escape de la RCV, parte I

Un dia lluvioso asotó Valparaiso esa mañana. Alegría se veía en el rostro de todos. Lluvia significaba agua, era una fiesta.
Yo desperté enfermo de pensar en la comida. No pude evitar vomitar en ese almuerzo. Dios, pobre gente ¿Sabrían acaso de donde provenía esa carne?

La mitad de la tarde la pasé ayudando a arreglar unas rejas. Al descuido me quedé con un alicate, me sería útil para escapar. La otra mitad de la tarde me dediqué a entrenar a los guardias, por petición de Jiménez.
A Méndez, el comandante, no le gustó nada la idea que un civil tomara el mando de sus tropas. Yo no tenía muchas ganas de ayudarles tampoco. Pero sabía que aportar conocimientos y mostrarme atento evitaría las dudas sobre mi.
Por otro lado a muchos serviría saber un par de cosas para sobrevivir a un ataque de infectados.
Por esto mismo decidí enseñar también al resto de los civiles. Los más chicos fueron especialmente los más interesados.
Correr a puntas de pies, rodar, saltar, recepción, nociones básicas de escalada y desenganche, y equilibrio fue el contenido de la clase. También nociones de acondicionamiento, y la filosofía del Parkour. Esto último no le simpatizó a Méndez.
Luego vino una práctica de combate a mando de Méndez. Aquí se ensañó conmigo. Me hizo combatir con los soldados que me golpearon. Ahora estaba preparado.
La confianza de estos tipos les jugaba en contra. A pesar de la resistencia y la preparación militar, la confianza puede hacer caer hasta al más fuerte de un descuido.
Para mi la batalla era innecesaria, pero si debía enfrentarme en una, debía ser por sobrevivir. Por lo que "trucos sucios" eran bienvenidos. Tierra en los ojos, golpes bajos, sorprender por la espalda, golpes al cuello, boca del estómago y nervios me permitieron ganar, difícilmente, los combates.

Finalmente tocaba el turno del combate con Méndez. Hicimos un trato. Si ganaba debía devolverme mis cosas. Aceptó.
El tipo era bajito, algo gordo. Se puso en posición de combate, con la cabeza agachada, manos frente a su cara, con manos empuñadas, dando un paso trás otro. Su rostro era el de siempre. De pocos amigos.

Dabamos vueltas en el ring improvisado, ninguno daba el primer ataque. Por mi parte, nunca ataco primero. El mejor ataque es una buena defensa.
Ante las pifias del público (se había sumado un buen montón de gente, seguramente no hay mucho en que entretenerse aquí), el comandante decidió atacar primero. Su golpe fue implacable. Un derechazo a la nariz, rapidísimo. Mis ojos lagrimearon y caí en una rodilla. Esto no es como las películas.
Ante no poder ver por causa de las lágrimas por el golpe, atiné a rodar hacia atrás. Sentí el aire de una abanicada patada, que no dió en su objetivo. Las extremidades cortas de mi adversario serían una ventaja.
Ante la pérdida de equilibrio de Méndez, me alcé, desde mi posición y le di con la potencia de mi cuerpo con ambos puños, golpeándolo en el mentón, haciendo que de unos cuantos pasos hacia atrás, y haciendo que me incorpore.

El tipo me miró con furia, su boca sangraba, le hice morder su lengua. Gritó y se lanzó corriendo contra mi.
No contaba que, al caer al suelo, tomé en mis manos dos puñados de tierra. Lancé uno a su rostro, haciéndome un lado ante su intento fallido de tacle. Me maldecía, cobarde, me decía por haber jugado sucio. Me sorprendió de un soldado. Pero como dije, el exceso de confianza puede costar la vida en combate.

Me acerqué por su espalda en silencio para usar la misma técnica que con el soldado del culatazo. Pero en cuanto lo tomé me sorprendió lanzándome por sobre su cuerpo, azotándome contra el suelo.
Caí como un saco de papas. El se avalanzó encima mio y comenzó a ahoracarme, su cara hervía de rabia. Sentía mi cara poniéndose morada, este tipo me iba a matar.
Con una mano libre metí mis dedos detrás de su traquea, ante su sorpresa, use ambos codos para separar sus articulaciones del antebrazo, logrando separar sus brazos de mi cuello.
A continuación apreté más mis dedos dentro de su traquea. El tipo no pudo más y se alejó hacia atrás. Aproveché y le empujé, separándolo de mi. El calló de espalda, tosiendo. Me avalancé sobre él. Pisé una de sus manos. La otra la use para aprisionar su espalda, junto con una mano y la otra, la usé para causarle dolor. Apretaba mi pulgar contra la parte trasera de su oreja. Suficiente dolor para someterlo.
La batalla había terminado.

Le levantaron entre dos soldados. Mientras un par de soldados le sacudían el barro, el tipo se acercó a mi. Pensé que me iba a golpear, pero se paró frente a mi y ordenó a un soldado traerme mis cosas. Acto seguido se retiró.
El aplauso de los civiles fue espontaneo, y aunque no debí hacerlo, no pude evitar sonreirme ante mi victoria.


Lamentablemente mi victoria hizo que Mendez me tuviera entre ceja y ceja, por lo que la mayoría del día fui seguido por guardias.
Aún así me hice un espacio para escabullirme de ellos y encontrar a Claudia. Me la llevé a las "patas de gallo", donde le conté que quería irme, y llevármela conmigo. No le comenté lo de la carne, pero si le dije que no confiaba en estos tipos.
Ella se enojó y me dijo que no buscara excusas cuando mi razón para escapar era Jiménez. En parte tenía razón.
Le pedí que confiara en mí, que sabía donde ir y estar seguros. Me dijo que lo pensaría. Conocía esa respuesta, por lo que para mi fue un si.

Con mi mapa recuperado, tracé un recorrido hasta el nuevo destino. A un lugar que sabía que iba a estar seguro, y cumpliría la función de fortaleza: La Sebastiana.
Hecho esto, planeé como rescatar a los rehenes que tenían como ganado, como robar un camión con provisiones y largarme con Claudia. No tenía seguridad de que resultara todo como lo planeaba, pero era mejor que nada.

Al día siguiente comenzaría a llevar a cabo mi plan. Escaparía en la noche. Contaba con el exceso de confianza de los soldados, para que cometieran una serie de errores.

No contaba con mi propio exceso de confianza, y mis propios errores.

7 comentarios:

  1. se me hizo tarde para ir a clases porque me quede leyendo xD
    esta buenismo

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  2. ahaha a mi se me hizo tarde escribiendo :P

    genial que lo disfruten

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  3. Escribe esclavo escribe XD naa pero ta weno asiq sigue escribiendo XD

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  4. la zorra, espero que pronto salga el nuevo capitulo, ya no puedo parar de leer. esta buenisimo.

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  5. Buen hombre, después de leerme de un tirón todos los capítulos, no quedan más palabras de felicitación. Inexplicablemente me dieron ganas de ir a entrenar, ja.
    Quedan algunas consideraciones que me rondaron durante todo el relato leido hasta el momento.
    En un principio me pareció muy vaga la descripción de los "zombies", y del mismo modo, la relfexión en torno a la misma situación. Solo en el capítulo 5 se reconoce una reflexión, bastante buena del mismo ser humano.
    También algo que me pareció, es que le falta fuerza a los dialogos, están como forzados y hay algunos puntos suspensivos que le quitan credibilidad y que me incomodarón al leerlo.
    Si bien, esto de los zombies apocalípticos y pandemias horroríficas son un recurso más que abusado y débil en lo que respecta a la creatividad, he de decir que es un texto magnífico. El protagonista y la voz narradora en primera persona protagonista me agarró desde un principio, me logra transportar a su situación y sufrir una tremenda catarsis. La situación de protagonismo-antagonismo con la "guerrilla" si bien, era predecible, le da mucha "tragedia" que la mujer de Daniel esté involucrada.
    Ahora tenemos que ver como el personaje se las arregla para escapar. jaja.

    Reitero mis felicitaciones por un gran texto. Sinceramente está tremendo. Quiero puro seguir leyendolo.

    saludos
    Agua de la zk.

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  6. vale aguachin!
    me va a servir tu opinion

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