lunes, 16 de noviembre de 2009

Día 6 - Resistencia Combatiente de Valparaiso parte III

El culatazo del rifle hizo que cayerá de rodillas. En esa posición la nostalgia se transformó en furia. El golpe en la nuca y la patada en la cara eran suficiente. Este golpe no.
Me levanté como un rayo, giré alrededor de él poniéndome a sus espaldas, entrelazando mi brazo en uno de sus brazos y el otro en el cuello. Me dejé caer al suelo como lanzándome a tierra, en mis brazos caía su cabeza, sin casco, y su cuerpo, cayendo de espaldas. El impacto fue implacable. Rodé para incorporarme pero en ese momento otros tres tipos armados me dieron como una piñata. Entre los gritos de la gente, la voz de su líder se escuchó.
Me incorporaron y con furia me separé de ellos, negándome a sus atenciones.

No entendía nada, hasta que Jiménez tomó por la cintura a Claudia y le besó, preguntándole si estaba bien.
Ella me miró con lágrimas en los ojos. A mi, el mundo se estaba cayendo a pedazos.

Jimémez, me miró con cara de nada, su rostro parecía una escultura griega. En seguida la sonrisa volvió a su rostro y me dijo - "Señor Daniel, le presento a mi novia, Claudia Paredes. Claudia - agregó- le presento al señor Daniel. Nuestro nuevo mien¡mbro de la comunidad..."
Miró nuestros rostros y preguntó si nos conociamos.
Ella respondió - No... seguramente me ha confundido.

"Pensaba que la conocía"- respondí - "con permiso"... me retiré.

Mientras me retiraba Jimenez agregó "Señor Daniel, en la comunidad tenemos ciertas normas de convivencia. Su obediencia evitará que los soldados tomen medidas. Le ruego actúe con mayor precaución la próxima vez".

No miré atrás, apreté los puños, en busca de un lugar solitario.

Estuve toda la tarde entre unas "patas de gallo", frente al mar. Tiempo la pasé llorando, otro maldiciendo, y otro tanto entrenando para canalizar mi rabia, tristeza y frustración.
El sol estaba ocultándose en el mar de Valparaiso, cuando apareció Claudia, con una botella de agua en una mano y un pan en la otra.

Se sentó al lado mio. No pronuncié palabra, pero mi rostro expresaba bastante fielmente lo que sentía. Ella estuvo en silencio un buen rato. Silencio incómodo.
" Me alegra saber que estás vivo"- me dijo.
Una sonrisa sarcástica apareció en mi rostro.

Continuó- "Tienes que entender que pensé que estabas muerto. Estaba sola, fui atacada por esas cosas y él me rescató. Rogué que llegases a buscarme mucho tiempo, a ayudarme, a protegerme,a estar conmigo. Pero llegó él.
Y tu desapareciste".

Mi mirada pudo haber cortado el cielo en dos. Puse mis ojos sobre ella, me acerqué hasta un paso de distancia y le dije - "Pero estoy vivo... Soñaba cada noche con encontrarte, deseando que estuvieras con vida y a salvo... Al parecer mi sueño me traicionó". Mi voz tiritaba.
De su mejilla corría una lágrima. "Te extrañé tanto"- dijo.
"Pff, se nota... veo que no perdiste el tiempo" le contesté. Me respondió con una cachetada que hizo que un montón de gaviotas volaran asustadas y que mi rostro quedara volteado.

Nos miramos fijamente, segundos eternos. La tomé de los brazos y la besé. Ella se resistió un par de segundos, luego se entregó...

Al caer la noche ella se fue, otra vez con él.

Yo fui a recorrer la comunidad, en busca de más información. Había algo que no me cuadraba en todo esto. Aparte de que el líder de la comunidad tenía por novia a mi mujer.
Era la comida, las armas. Eran muchas armas para ser recolectadas, muchas municiones. Era mucha carne fresca la que había, pero no veía ganado, ni refrigeradores. Decidí no comerla hasta saber su procedencia.
Lo que descubrí me hizo decidir huir de ese lugar y llevarme a Claudia conmigo.


Hice lo posible por moverme evitando a los guardias y vigías en las improvisadas torres. Pude notar en alguna medida la cantidad de hombres armados, los puntos más vigilados y las posibles vías de escape.
me escabullí hasta una zona alejada, con mucha vigilancia. Al descuido de ellos, me metí en uno de ellos. Lo que descubrí fue terrible.
Tenían un container donde faenaban carne, fresca. A otro costado vi restos de ropa, amontonadas. Empecé a temer lo peor.
Salí de allí al escuchar pasos de guardias. Me escondí detrás de otro container unas cuadras más allá. Pasado el peligro vi de reojo lo que había en su interior. Mi sospecha se reafirmaba. Eran rehenes. Seres humanos sanos, en su mayoría jóvenes, no más de quince años, amordazados y acinados en ese lugar.
Decidí quedarme un poco más...

Llegada la madrugada comenzó la pesadilla. Unos guardias entraron al lugar y tomaron a una niña, de unos 10 años. Se la llevaron a la zzona de faenamiento. Escuché las máquinas y hachazos. La niña nunca salió. Sólo hombres con overoles ensangrentados. No pude evitar vomitar ¡Estos enfermos estaban comiendo carne humana!

Debía salir de ese lugar. Pero debía hacerlo con Claudia... no podía dejarla en medio de estos locos enfermos. Por la hora, y presumiendo que ella estaba en la misma habitación que Jimenez, decidí esperar al otro día, y contarle todo.

Decidí una ruta de escape, debía encontrar mis cosas, tomar otras cuantas y hacerme a la fuga. Estar allá afuera con esos monstruos es más seguro que estar encerrado en esta jaula, rodeado de estos otros monstruos armados. He perdido la fe en la humanidad.

Fui a mi container y fui a dormir... Tuve pesadillas de sólo saber que probé esa carne cuando desperté en este lugar...




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