martes, 10 de noviembre de 2009

Día 3 - Ciudad en ruinas

Valparaiso solía ser patrimonio de la humanidad. Sus cerros y calles llenos de recobecos y callejones atraían a miles de turistas, eran motivos de canciones, poesías, fotografías y pinturas. Hoy cada recobeco, cada callejón es una trampa mortal con los infectados dando vueltas. Y el hedor es asqueroso, nauseabundo... el olor a carne podrida, pedazos de cadáveres entre las ruinas y toneladas de basura... Si el infierno existe debe parecerse mucho a esto... Sólo espero que ella esté a salvo...

¡Dios! pensaba que movilizarme solo iba a resultarme más fácil... cada callejón me esperaba con alguna sorpresa. No hay forma de doblar una esquina sin encontrarse con un par de infectados. Afortunadamente con los que me he cruzado se encontraban en estado de descomposición. Como dije, suelen ser más lentos, aletargados. Por lo que lo mejor ha sido ir viendo por encima de los muros de la ciudad e irlos saltando, avanzando deprisa y sin hacer mucho ruido...
Sin embargo, saltando un muro he tropezado y uno de estos engendros se me ha avalanzado... Tener a uno de esos encima es una mezcla de terror y asco. El olor a muerte, la carne podrida, esos ojos inexpresivos, vacíos.
Atiné a patearlo para alejarlo de mi. Era pesado por lo que cayó a un par de pasos de distancia. Atiné a sacar el machete de mi cinturón y golpearlo a dos manos en la cabeza.
Le partí la cabeza y salpicó un fluido mezclado de sangre y materia en mi ropa... Aún no puedo quitar el olor de mi ropa... que desagradable, me ha quitado el apetito, y eso que mi única comida ha sido un tarro de duraznos en conserva...
Son las 6 de la tarde... es mejor seguir avanzando. Hacerlo por encima de los muros es lo más seguro y una buena forma de pasar desapercibido...



... Son las 10 de la noche... he encontrado un lugar seguro en la azotea de un edificio que solía tener oficinas. Tiene una buena vista al plan de la ciudad... las calles están llenas de esas cosas... que imagen más escalofriante, pensar que esta ciudad meses atrás estaba llena de vida.
Logré llegar a esta azotea rodeando el cerro hasta llegar al paseo Gervasoni... Bajar por su quebrada me permitió acercarme a uno de los pisos superiores del edificio, y trepar por las tuberías hasta la azotea. Creo que es buena idea hacerlo mi refugio mientras estoy solo.
Hace frío. Por lo menos aquí arriba no hay peligro si hago una fogata... ¡Cómo desearía tener un pedazo de carne para comer y poder tomar un buen café caliente!... Tendré que conformarme con una lata de atún, espero que no esté vencido. Un dolor estomacal es lo último que necesito.
Mañana comenzaré a revisar las habitaciones del edificio, puede que haya algo útil, o sobrevivientes. Creo que entrar trepando y observando por las ventanas, a través de las tuberías exteriores, es mejor opción que bajar por las escaleras y encontrarme con alguna sorpresa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario