miércoles, 11 de noviembre de 2009

Dia 4 - Reconocimiento y refugio

Son las 7:00 am. A pesar del fuego he pasado una noche terrible debido al frío. Por lo que he decidido construir un refugio provisorio. Escuché por ahí que cartones y plásticos son buenos aislantes.
Además aquí arriba hay suficientes latones para cubrirme en caso que llueva.
Una vez construido el refugio, planearé como entrar al edificio sin correr peligro de ser atacado.


10:20. He terminado de construir el refugio y al mirar por la corniza del edificio, me he percatado de que he cometido una gran estupidez. Anoche no me preocupé al hacer fuego, debido a la altura en que me encuentro. Sin embargo no contaba que un grupo de infectados que se encontraba al frente, en el cerro, se percató del humo ¡Mierda! no contaba con que tuvieran buena vista.
Desde aquí puedo notar que no están en estado de descomposición. A pesar de que están cubiertos
de sangre, se ve que se mueven muy rápido y muy violentamente.
Afortunadamente, nos separa una reja, la quebrada, y 7 pisos de altura. Pero el hecho de que estén ahí acechando me deja sin vía de escape hacia el paseo Gervasoni.
Otra idea que se me viene a la mente es que si son recién infectados, cabe la posibilidad de que hayan sido sobrevivientes en las cercanías de ese cerro... Espero que si hay más sobrevivientes, no se encuentren infectados.



Es mediodía y ya he planeado como acercarme al interior del edificio. La puerta que lleva a esta azotea está cerrada por dentro, por lo que es imposible entrar por ahí. Además no se que puede haber al otro lado. Prefiero una ventana que me muestre un panorama del interior. Por esto decidí entrar por la fachada del edificio desde los pisos superiores, a través de las habitaciones.
Entraré de la misma manera que subí el edificio: Su fachada está llena de tubos metálicos que me imagino, servían para llevar agua, o como desagüe. Fueron lo suficientemente firmes para permitirme subir escalando. Debería ser útil para bajar también.
Buscaré una ventana abierta, o rota, que me permita entrar a una habitación desocupada. Al interior buscaré alimentos, algo que sirva de defensa (un arma de fuego sería ideal), personas que estén escondidas y percatarme si hay infectados en su interior. Ante cualquier ruido extraño escaparé por la ventana.
También se me ha ocurrido marcar en cada habitación en que esté un mensaje, diciendo que estoy en la azotea, en caso de que alguien sano se encuentre en el interior. Aún así mi prioridad será buscar alimentos... me estoy sintiendo sin energía y me fatigo rápidamente, por falta de alimentos.
Luego escribiré los resultados... Estoy nervioso, detesto tener que meterme en lugares que desconozco. Es muy riesgoso, pero es esto o ir a visitar a mis vecinos infectados en el cerro... No se ven muy atentos...




...Ya es de noche, estoy en mi refugio y disfruto de un buen café caliente, un whisky y de unos fideos (aunque no tenga con que acompañarlos, son un manjar en esta situación). Además de unos cuantos materiales que pueden serme de mucha utilidad, como una cuerda, dos bidones de agua, un mapa grande y detallado de la región, con algunos puntos interesantes marcados. Un buen botín para un día exhaustivo y lleno de sustos. Pero me adelanto a los hechos, a continuación relato como di con este tesoro.

Como estaba planeado, comencé a bajar por las tuberías y me desplazaba por las cornizas. De esta manera podía ver el interior de las habitaciones y cerciorarme de que no hubieran inquilinos antropófagos en su interior.
En el último piso, había sólo una ventana rota, la que me permitió entrar a la oficina. Se trataba de cubículos, y en su interior no había nadie. Lamentablemente no había nada de utilidad.

Al parecer todo el mundo abandonó el lugar antes de la tragedia, y dejaron la puerta cerrada.
Al acercarme a la puerta pude ver por una ventanilla hacia el corredor. No vi ni escuché nada, por lo que me aventuré al pasillo para recorrer las otras habitaciones, que daban al otro lado del edificio.

Ahí fue donde encontré el primer premio: En una esquina había un bidón en un dispensador de agua. Estaba casi lleno. Lo volteé y lo saqué y en el piso, debajo de una mesa, he encontrado un tarro de café, cucharas y vasos plásticos ¡Dios! casi me da un ataque de risa de euforia. Sólo pensar que la noche helada anterior hubiera cruzado entre un centenar de infectados por una taza de café... Metí el café y los utensilios en mi mochila, y llevé el bidón hacia la ventana que llevaba a mi salida de escape y hacia mi refugio. Luego revisé el resto de los cubículos sin novedades.

Decidí seguir bajando. El piso siguiente era igual, sólo cubículos de oficina. Sin embargo en una pared se encontraba este gran plano de la región, el cual tenía varios puntos señalados. Por el tamaño y detalles del mapa, decidí quedármelo. El plano estaba enmarcado, por lo que, estúpidamente, atiné a romperlo contra el suelo, haciendo un gran estruendo al reventar el vidrio. Al hacerlo, pasé mi primer susto. En cuanto se quebró el vidrio, escuché un grito gutural en la habitación de al lado, seguido de pasos rápidos. En un segundo, metí el mapa a mi mochila. Estaba lejos de la ventana, cuando vi al infectado tumbar la puerta. Un escalofrío recorrió
mi espalda y me lancé a un cubículo... El infectado parece no haberme visto, ya que parecía estar buscando
con la vista y olfateando el lugar. Empezó a pasearse botando los cubículos y gritando, lo que me puso
más nervioso.
¡Tenía que salir de ahí rápido! Miré hacia la ventana y esperé a que esa cosa estuviera lejos de donde
estaba escondido. Pero derepente dejé de escuchar al infectado... nada... parece que hubiese dejado de jadear...

Entré en pánico, de sólo pensar de que me hubiera encontrado y decidí levantarme y correr hacia la ventana... Me levanté rápido, estando a unos cinco metros de la ventana de frente... a la misma distancia, pero paralelo a la ventana estaba el infectado, mirandome a los ojos... fueron segundos eternos en que los dos nos quedamos quietos, esperando quien se movía primero. Era un tipo enorme, debió haber sido un oficinista... por un par de segundos me miraba con odio, jadeante, expectante... yo debí haber tenido cara de cordero listo para entrar al matadero. No atinaba a nada, no pude tomar mi machete del pantalón. Cualquier movimiento en falso iba a hacer
que ese engendro se me avalanzara a la velocidad de un rayo.
Me decidí y corrí lo más rápido que pude hacia la ventana. En paralelo el infectado corrió hacia ella para taparme la salida, gritando desaforádamente. A un paso de que me pusiera las manos encima, salté hacia la ventana, olvidándome de los 5 pisos que me separaban del suelo. Rompí la ventana con mi cuerpo, y sentí los brazos del infectado golpeando mis piernas, desestabilizándome. Atiné a agarrarme de lo primero que me encontré... un tubo a un metro de la ventana me salvó de una muerte estrepitosa.
La imagen era horrible. Un vacío hacia escombros de vidrios y metales. Arriba mío el infectado gritando y agitando sus brazos tratando de alcanzarme. Sus gritos,alertaron a los infectados de al frente que se pusieron a gritar como locos, sacuciendo las rejas, impotentes al no poder alcanzarme.
Volví en mi, y comencé a deslizarme con las manos a través del tubo, alejándome de esa ventana.
El infectado se decidió a seguirme, pero cayó al vacío, quedando encrustado en un tubo... aún así seguía moviéndose y estirando los brazos inútilmente, instintivamente, en un esfuerzo de alcanzarme.
Volví a subir a la corniza y me cuestioné si valía la pena seguir encontrándome con más sorpresas.

Tomé un respiro y me decidí a bajar al siguiente piso, si no encontraba nada, y al menor signo de peligro, me iría a la azotea por donde me vine.
En el piso de abajo me cercioré a través de cada ventana de que no hubiera peligro. Después de unas buenas decenas de minutos, entré por una ventana rota, abriendo el pestillo. Nada nuevo, hasta que me encontré con una puerta de lo que parecía ser una pequeña bodega de conserjería. Estaba cerrada. saqué mi machete, listo para cercenar una cabeza. Abrí la puerta despacio, y el susto fue grande cuando sin ver nada al frente, sentí como una mano agarraba mi tobillo. Asustado y en un sobresalto miré hacia abajo y vi al conserje, infectado, sin piernas, intentando morderme la pierna.
Salté hacia atrás y antes de que mi brazo le diera un machetazo, mi pierna ya le estaba machacando la cabeza a pisotones... Puedo decir que el cuerpo humano es fragilísimo... su cabeza quedó desfigurada, hechá un masacote de sangre y materia gris. Pasado el susto, al ver la escena, me puse a vomitar.
Con mis tripas vacias, atiné a pasar por encima del cadaver y revisar de una buena vez la bodega e irme al refugio... suficientes aventuras por hoy. y se estaba haciendo de noche.
Aquí encontré el premio mayor, En una esquina, había otro bidón con agua, en una gabeta de arriba, encontré una cuerda, que utilicé para subir los bidones, y al interior de una caja, alimentos descompuestos, y entre ellos unos paquetes de fideos, una pequeña olla y ¡el whisky! Al ver todo esto se me quitaron todos los miedos, salí renovado de energías.
Amarré el primer bidón, y escalé hasta la azotea y así subí el primero. Luego tuve que bajar y amarrar el primero que encontré y subirlo de la misma manera.

Ahora, mientras escribo, los fideos cocinan, disfruto de un rico café para combatir el frío. Más tarde disfrutaré
de un buen whisky a la luz de las estrellas.

Mañana seguiré recorriendo los pisos inferiores del edificio. Además los detalles del mapa me serán de gran utilidad cuando no pueda seguir encerrado en esta azotea.

Están listos los fideos... dormiré con el estómago lleno, y amaneceré con una buena resaca. Una buena forma de terminar un día de locos.

1 comentario:

  1. wuaaaau... que mas pasaaaa ¿?¿?¿??¿?¿??¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?
    draguer

    ResponderEliminar